LAS MOSCAS: UNA METÁFORA DE LA SOCIEDAD GLOBALIZADA
LAS MOSCAS: UNA METÁFORA DE LA SOCIEDAD GLOBALIZADA
“Me he subido a mi mesa para recordarme que siempre hay que mirar las cosas de un modo diferente”
–El club de los poetas muertos
En ocasiones… yo también veo muertos. Muertos en vida. Cada día, a cada paso caminando por las calles, por las avenidas, montados en sus autos, en los bares y colmados, en los parques y estaciones. Por todas partes. Un cementerio viviente. Muertos. Unos usan el perfume de la náusea; otros deambulan en sus cien años de soledad y otros tantos se postran de frente, frente al pelotón de fusilamiento.
Sea cual sea la circunstancia de cada cual: este (infra)mundo globalizado, moderno y competencial, que hace apología de la Humanización deshumanizándola ha decidido - en su sabio conocimiento de las letras universales - hacer una recreación de la Metamorfosis de Kafka. Eso sí, con las variaciones necesarias para que no se puedan reclamar derechos de autor o plagio. Por ello, en vez de en escarabajo -o cucaracha- se han decidido por las moscas. Señores, Señoras y Neutros Moscas. Y, en vez de decantarse por la narrativa lo han ajustado al teatro del absurdo. En otras palabras: el mundo se va a la mierda.
Repito: el mundo se va a la mierda. Ya no es una expresión coloquial: es una sentencia.
Todo ello quizás se deba a la contaminación y al cambio climático, que nos afecta sigilosa y letalmente, jaqueando nuestros sistemas operativos ELEgo 5.0. O, quizás, al mal uso o adicción a drogas duras como los manuales de autoayuda, el Reggaetón y Viceversa u otro tipo de Unicornios mentales. Que ¿por qué digo esto? Porque no hemos aprendido nada del arcoiris. Me explico. Hoy estamos de aniversario: se cumplen dos años del inicio (oficial) de La Pandemia y he de reconocer que “me encanta el olor a napalm por la mañana”.
Recuerdo como si fuera… ¿Cuándo? ¿Anteayer? ¿Ayer? ¿Quizás fue un sueño? Aquella sensación de euforia vacacional, que, por unas breves horas, nos embriagó a los más inocentes. Celebramos. Brindamos y agradecimos lo que parecía una caricaturesca noticia superlativa. Y sobre todo salimos en busca del papel higiénico perdido, primero y del alcohol sanitario, después. (“Esta vida loca, loca, loca…”). La felicidad duró un instante. Veinticuatro horas después se decretó: El Confinamiento y el Estado de Alarma. Y seguimos atracando colmados en busca de más papel higiénico y más alcohol sanitario. Se había liado parda y anticipamos jodida la Semana Santa. Pero había esperanza, que tan sólo es un acto de Fe. De nada sirvieron las afirmaciones, ni las proyecciones, ni las lecturas de la ley de la atracción. Bueno, sí. Sirvieron para la autosupervivencia y el autoengaño, tan necesario en nuestra Era. Así, empezó la ataraxia y la fiesta. El mundo enteró se convirtió en uno, como Los tres Mosqueteros (Padre, Hijo y Espíritu Santo, para la cristiandad, claro. Es decir, Infierno, Purgatorio y Paraíso, por decirlo más divino y globalizado). ¡Uno para todos y todos para uno! Tres, dos, uno… ¡aplausos y arcoiris! Y un sin fin de covers de "Everything's Gonna Be Alright". Cocinamos indecentes cantidades de “Royales con Queso”; cantamos y recuperamos al gran Raphael y al Dúo Dinámico. ¡Uno para todos y todos para uno! Resistimos. Lloramos. Aprendimos a cocinar, a valorar el tiempo, a amar en la distancia, a echar de menos… Y tratamos de ser mejores personas, mientras intentábamos asfixiar nuestros propios fantasmas antes acallados por el ruido, el estrés y la rutina. Y, no lo olvidemos, logramos una buena bunker-despensa de papel higiénico y alcohol sanitario. ¿Por si llegaba la tercera guerra mundial? Pues algunos sí que proyectaron, sí. ¡Menudos Nostradamus!
Joder, fuimos el inicio de algo verdaderamente bueno. La oportunidad de enmendar nuestros errores y volver a ser Humanos. Y la madre Naturaleza nos dio una lección de vida. Nos sonrió y nos mostró su belleza. Y sentimos la culpa de ser los responsables de no haberla apreciado antes y haberla destruído. Pero su metodología no fue competencial y a la Humanidad le bastó salir de su campo de estiércol particular, para olvidar lo aprendido. Nuevamente las Moscas ansiaban un revolcón de inmundicia.
Hoy es un día especial. Y “esta noche, cenaremos en el infierno”, sin croquetas. Se cumplen dos años de La Pandemia y el aniversario oficial de la gilipolleización global. Tal y como profetizaron los Nostradamus pandémicos parece ser que sí, efectivamente, la tercera guerra mundial ha comenzado. Y tal y como las circunstancias requieren, en esta ocasión el (infra)mundo ha sacado billetes de primera clase en Ave, para llegar antes a la mierda. En su equipaje no precisa, esta vez, papel higiénico ni alcohol sanitario. Ha llegado la fiebre de “(Los) GIRASOL(es) (ciegos)” para recordarnos que el lema de los tres Mosqueteros en verdad es “El aceite para uno, no; todo para mí”.
Supongo que, en esta ocasión, toca hacer honor a Rafaela (Lucha, Igualdad y Feminismo, no lo olviden) y para hacer bien el amor (o las croquetas) habrá que ir al Sur (en busca del aceite). Y si te dejan sin… ¡no lo piensen más! Busquen otro más caro y bueno. Y en vez de fritura hagan un “bon pa amb tomàquet'' o “pa amb oli i sal”.
Hoy es un día muy especial. “Y cada amanecer me derrumbo al ver la puta realidad”. Se cumplen dos años de La Pandemia y el aniversario oficial de la Gilipollez/Estupidez Mundial en nuestra era Global. “Francamente, (queridos, queridas y queridXs), eso no me importa”.
Esta noche, Gabriel, el arcángel, tocará la trompeta del Juicio Final para despertar las almas que estén dormidas y puedan ir al super. Yo trabajo competencialmente, así que haré un KPSI para activar los conocimientos previos y recuperaré el “Sobreviviré”. Supongo que “tengo el ansia de la juventud” y estoy sin aceite de girasol Y sin carbohidratos básicos. Eso sí, he llenado la despensa de papel higiénico húmedo, para poder limpiar mejor tanta mierda.
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